Nos visitaron Ezequiel Fanego, editor de Caja Negra, y Maximiliano Papandrea,
editor de Bestia equilátera.
Charlamos sobre los procesos editoriales, la conformación de los
catálogos y el rol del editor, entre otros temas de interés.
En buena medida pudimos escuchar en primera persona cómo se organizan
estas editoriales “medianas”, que cuentan con pocas personas que cumplen varias
funciones. En este tipo de estructura, el editor cumple un rol fundamental ya
que cada acción llevada a cabo es una apuesta con mucho riesgo. Ezequiel
Fanego, uno de los fundadores de Caja negra, compartió con nosotros cómo
manejan la editorial en estos tiempos complicados: “Se trata de mantener una
estructura pequeña con pocos costos fijos y con freelancers”.
Lo que tienen en común estas dos editoriales es la capacidad para crear
una identidad bien marcada dentro del mar de libros. Esto se da,
principalmente, por la elección de temas originales y por la capacidad de
encontrar nuevos enfoques o autores. Ni Caja negra ni Bestia equilátera reciben
originales, ellos mismos buscan a los autores de acuerdo a lo que creen que el
catálogo necesita. Tratan de seguir “esa línea lógica que ata un libro con
otro”. Maximiliano Papandrea de Bestia equilátera definió: “La editorial se
inclina por editar narrativa extranjera del siglo XX, autores conocidos y
olvidados o desconocidos. Generalmente son autores estadounidenses o
británicos, pero tenemos ciertos desvíos con italianos, franceses o alemanes”.
Caja negra se caracteriza por mezclar temas diversos y vincularlos, por
integrar saberes en un mismo proyecto. Tienen libros de música, de filosofía y
de arte en su catálogo y siempre apuestan a ampliar sus líneas en esa
dirección, ya sea agregando géneros musicales o apuntando a diferentes nichos.
“Tratamos de pensar siempre en qué aporte hacemos y a quién podemos ayudar,
siempre buscando que los libros tengan afinidad y que sean un reflejo de
nuestras lecturas. Si encontramos un nicho nuevo, tratamos de investigarlo bien
para que se enteren de nuestros libros”, explica Fanego.
En cuanto al trabajo del editor, ambos editores coinciden en que el rol
principal es compartir con el
lector. “Muchas veces un libro te entusiasma tanto que querés hacer todo lo
posible para que exista”, refiere Papandrea al hablar de la frustración que
surge cuando un original no coincide exactamente con la línea editorial. A
veces se quiere forzar algo que no va y a veces aventurarse da sus frutos.
Tanto Caja negra como Bestia equilátera se arriesgaron con algunos proyectos y
estos les dieron muchas satisfacciones. En el caso de Caja negra, publicaron un
libro de hip hop, género no muy explotado en el habla hispana, su principal
problema fue cómo llegar a aquellas personas que podían comprar el libro. “Investigamos
mucho el perfil de este público y descubrimos que tienen medios de comunicación
muy marcados: programas de radio, blogs, revistas, etc. A partir de ahí, nos
comunicamos y entre ellos fueron recomendándonos a qué personas nos teníamos
que acercar”, relata Fanego.
En el caso de Bestia equilátera tuvieron éxito con
la apuesta de traducir el libro Rojo Floyd del italiano. “Conocí en una feria a
una agente literaria italiana y le pedí que me recomiende libros para leer, uno
de ellos fue Rosso Floyd de Michele Mari. A penas lo leí, me encantó y quise
publicarlo. Lo compartí con uno de los editores y también le gustó. Si bien era
una desviación dentro del catálogo, ya que principalmente publicamos narrativa
norteamericana o inglesa, tomamos la decisión de editarlo y terminó gustando mucho a nuestros
lectores”, recuerda Papandrea.
Ser editor tiene aciertos que se logran gracias a dar el salto a lo
desconocido, a arriesgarse a nichos nuevos, autores nuevos o pequeñas
desviaciones. Lo importante es que el catálogo refleje la identidad de la
editorial y que el sello deje una impronta dentro del mercado y en la cabeza
del lector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario