martes, 11 de noviembre de 2014

La figura del lector profesional

Con el libro Informes de lectura cartas a Montale (Bestia equilátera, 2012) de Roberto Bazlen, se puede ver una figura imprescindible en la actividad editorial: el lector profesional.
Este personaje es parte importante en la decisión de publicar o no un libro. Opina, argumenta, aporta información y una visión externa a la editorial. Un lector profesional no forma parte del esquema estable de una casa editora, es convocado para leer libros particulares que estén dentro de su campo de interés o de conocimiento. El lector lee y luego elabora un informe de lectura. Luego el editor con todo el material recopilado toma la decisión de editar o no el libro.
El lector puede sugerir cambios en la forma de escritura, en la estructura, en la propuesta de venta y difusión. Puede proponer títulos, organización, temas para agregar, etc. El editor puede no hacerle caso a este lector, pero seguro que toma en cuenta todos sus comentarios, ya que este lector es especializado y conoce sobre el campo de trabajo o se mueve en el mismo ambiente que el público lector.
En el caso de Bazlen, se puede ver cómo argumentaba, su inteligencia a la hora de cada sugerencia. Sabía mucho de libros y de la industria editorial en general. Opinaba sobre novelas, libros de divulgación, ensayos, entre otros. En el informe sobre el libro El hombre sin atributos de Musil argumentaba: “En cuanto al nivel, es indiscutible y (a pesar de los reparos que haré más adelante y a otros, innumerables, que podrían hacérsele) merece publicarse con los ojos cerrados. […] Es muy discutible, en cambio desde el punto de vista editorial-comercial. Aquí debo hacer de abogado del diablo. Y como abogado del diablo, tengo cuatro argumentos. La novela es: 1) demasiado larga; 2) demasiado fragmentaria; 3) demasiado lenta; 4) demasiado austríaca”.  Para cada uno de estos ítems citados da una larga explicación y una posible solución.
Me llamó la atención la honestidad brutal y despiadada con la que criticaba desfavorablemente un libro como La estructura de las revoluciones científicas de Kuhn, ya que hay que tener muchos conocimientos para opinar sobre un libro de divulgación científica. Bazlen decía al comienzo de su informe: “Lo había descartado apenas abierto cuando me di cuenta de que lo tenían en estudio, por lo cual me pareció apropiado ponerme a leerlo con empeño y las mejores intenciones, para convencerme de que había hecho muy bien en descartarlo con tanta urgencia y para no entender las razones que pueden haber inducido a cualquiera de nosotros a no haber hecho lo mismo de inmediato”, y agregó: “Ahora bien, que un norteamericanito intente divulgar esta revelación suya para hacerse condenar a la esterilización mediante las grants de alguna foundation y la enseñanza en algún college, es un hecho que desgraciadamente no puedo impedir y que deploro. Pero que implícitamente tenga la pretensión casi arrogante de enseñar algo a alguien que no haya muerto antes de 1914, es de una ingenuidad tan ofensiva que ya sería ahora, finalmente, de empuñar el látigo para echar a toda esta chusma del templo. Al menos nos protegeríamos del aburrimiento”.
Está claro que el oficio de lector profesional no solo necesita conocimientos y mucha lectura. Principalmente el ingrediente necesario es la visión editorial, esta visión que permite determinar si el original está bien escrito y estructurado, si es pertinente al público, entre otras cosas.

Cuando este lector lee un original para edición tiene que tener en cuenta tres criterios imprescindibles: calidad (de escritura), pertinencia (con la línea editorial y el público) y viabilidad (posibilidades concretas de publicación. Si estas tres condiciones no se cumplen, el original no llegará a ser un libro… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario